viernes, 20 de abril de 2007

José Barros

José Barros
Barros Palomino, José Benito. El Banco, Magdalena (Colombia), 21-III-1915. Compositor y cantante. Nacido en este importante puerto sobre el río Magdalena de reconocida tradición como cuna de compositores y escritores. Su gran inclinación por la música le llevó a viajar desde muy temprana edad, primero por el país y luego fuera de él, en un incesante trasegar lleno de experiencias, inicialmente muy duras y ligadas con sectores marginales de la población. Así, de cantor de bares y cantinas del sector de Guayaquil, en la ciudad de Medellín, pasó a vender telas en Ecuador, luego a indocumentado en México y Nicaragua, y terminó en Lima, Perú, trabajando en un circo al lado de un paisano, el escritor Efraín Arce Aragón. Allí compuso su primer tango llamado Cantinero sirva tanda, que luego grabó con la casa Victor y del cual se vendieron múltiples copias, permitiéndole además percibir unos dólares como regalías, e iniciar su brillante carrera como compositor. La casa discográfica estaba interesada en promocionar artistas sobre todo en el área de la música bailable, cuestión que incidió en su siguiente composición de éxito: El gallo tuerto, que grabó con la orquesta de Milciades Garavito y que ha sido grabada en diversas versiones por orquestas como la de “Lucho” Bermúdez, “Pacho” Galán, Francisco Cristancho, Edmundo Arias, La Billos Caracas Boys y por múltiples conjuntos de música bailable y folclórica. La versión de Luis Carlos Mayer a quienes sus compañeros apodaron “el negro” se popularizó en México, Centroamérica y Cuba al igual que otra en la voz de Carmencita Pernett. En la misma línea del porro y el paseo compuso Momposina y El vaquero, trabajados delicadamente en la parte textual. Estos dos temas fueron grabados por la Sonora Matancera de Cuba con la voz del barranquillero Nelson Pinedo. En ritmo de bolero también muy al estilo cubano compuso En la orilla del mar, que también grabó la Sonora Matancera, esta vez con la voz de Bienvenido Granda. Hacia finales de 1950 compuso el pasillo Pesares que inicialmente canta y graba con el dueto de los Hermanos Martínez. Luego fue la española María Dolores Pradera quien lo grabó y popularizó en Hispanoamérica, acompañada por el dueto de guitarristas Los Gemelos. Aquejado por problemas de salud de tipo nervioso, José Barros no pudo volver a cantar, después de haberlo hecho con las orquestas más famosas en Colombia. Esto hizo que volviera a instalarse en su pueblo natal, donde sin dejar de componer canciones se dedica a organizar el Festival de la Cumbia, que se celebra anualmente y es reconocido como el evento de carácter nacional más representativo de éste ritmo. José Barros, en su papel de investigador, defiende una interesante teoría sobre el origen de éste ritmo. Según él, la cumbia era inicialmente una danza indígena que hacían los indios pocabuy, habitantes de la región Sampayon (hoy El Banco) y que hacía parte de ceremonias funerales de sus caciques. Se empezaba esta danza formando un círculo compuesto por familiares del difunto, donde las parejas hombre y mujer iban intercaladas. Las mujeres llevaban una tea en la mano derecha. Los giros siempre iban de derecha a izquierda sin devolverse, pues el ritmo significaba el viaje eterno. Según el investigador José Yepes, glosando a Barros, afirma que la mujer llevaba la luz, por su papel social como protectora, como la que da la vida y esperanza. La línea melódica de la cumbia es triste y la mujer se mueve sin reirse. De ahí también el hecho de que la mayoría de cumbias se interpreten en tono menor. Dos cumbias de Barros lo colocaron en la cumbre de su carrera como compositor: Navidad negra y La piragua. Ambas, con los elementos ambientales de la región como son el río Magdalena(la cumbia, el aguardiente, las flautas y los pescadores), lograron una acogida nacional e internacional muy importante. Sin embargo, es La piragua su canción más importante, grabada a finales de 1960 por el grupo Los Black Stars con la voz de Gabriel Romero, éxito comercial que prácticamente superó los márgenes de venta de estos años. De esta obra han hecho arreglos sinfónicos músicos como Blas Emilio Atehortua y Francisco Zumaqué, y es incluida en todos los álbumes y colecciones representativas en la música colombiana.
Bibliografía: H. Restrepo: Las cien mejores canciones colombianas y sus autores, Bogotá, RCN, Sonolux, 1991.

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